El cuero a menudo se considera un producto natural porque está hecho de piel de animal. Sin embargo, el procesamiento del cuero crudo para transformarlo en cuero es un proceso químico complejo que altera significativamente el material y lo convierte en un producto que ya no puede describirse como "natural" en muchos aspectos.
El primer paso en la producción de cuero es el curtido, que implica preservar el cuero crudo para protegerlo del deterioro. El curtido tradicional a menudo utiliza productos químicos como sales de cromo, que pueden ser perjudiciales para el medio ambiente y la salud. Incluso con los métodos de bronceado más modernos, que se consideran más respetuosos con el medio ambiente, todavía se utilizan productos químicos para tratar y estabilizar la piel.
Además, el cuero suele tratarse con diversas sustancias para cambiar su color o hacerlo repelente al agua. Estos aditivos suelen producirse químicamente y contribuyen a la transformación del material natural en un producto procesado técnicamente.
Otro punto que pone en duda la naturalidad del cuero es la cría y matanza de animales que es necesaria para obtener el cuero crudo. La producción industrial de animales a menudo implica el uso de antibióticos, hormonas y otros productos químicos que ingresan al cuerpo del animal y, por lo tanto, también pueden detectarse en el cuero.
En resumen, el cuero ya no puede considerarse un producto puramente natural debido al complejo proceso de fabricación, el uso de productos químicos y aditivos, así como la cría y el sacrificio de animales. Sufre una serie de intervenciones humanas que lo convierten en un material de ingeniería en muchos sentidos.